Hace algo más de un mes, Ricardo Galli criticaba la “ingeniería del software tradicional”, el software privativo, las regulaciones y colegios profesionales, y al “establishment” de la ingeniería del software. Sería realmente una necedad no estar de acuerdo con él en casi todo. Sin embargo, no sería tan tajante en otras cosas. Quizás la respuesta correcta o el mejor camino sea, como tantas veces, un gris que evite la natural dicotomía latina (o conmigo o contra mí, Barça o Madrid, Linux o Windows) en las que hay que posicionarse en un bando.
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