Es todo un sistema dedicado a “estafar al cliente” y donde el trato de los novatos era “inmediatamente degradante”, en el que se entraba a trabajar a las cinco y media de la mañana, cada cual había de cargar su propio taburete (no había sillas para todos) y tan sólo uno de cada 45 trabajadores continuaba en la firma tras una competición salvaje entre compañeros.
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