A juzgar por las propuestas de la publicidad, la llamada ‘liberación de la mujer’ es una falacia. La mujer de hoy está sometida a un ritmo de vida lleno de estrés y de tensiones. No sólo trabaja fuera de casa, cuando llega al hogar realiza las labores domésticas, atiende con esmero a sus hijos y se ocupa de rellenar la despensa. Pese a toda esta actividad, termina el día impoluta, con una sonrisa, con la piel como la seda, despejada y deliberadamente sensual, dispuesta a velar con la misma dedicación por su pareja.
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