Apenas pude ver un colchón, un ventilador, unas cacerolas, un saco de arroz, unos cocos y verduras. A los niños les divertía mi visita y no cesaban de interrogarme; incluso entre basuras y miseria las miradas infantiles contagian alegría. El padre, señalando mi cámara fotográfica, me dijo: Cuando vuelvas a tu país, enseña las fotos. ¿Vendrá alguien entonces a ayudarnos? No lo sé, no lo sé. – Y no pude decir más.
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