Si en los juegos de Super Mario Bros, en lugar de controlar al ínclito fontanero italiano, manejáramos a Chuck Norris, completar las fases sería un juego de niños. Para acabar con los enemigos, ya no nos veríamos obligados a saltar sobre ellos, sino que tendríamos a nuestra disposición un arsenal que nos ofrecería un amplio abanico de posibilidades y que nos haría virtualmente indestructibles: pistolas, lanzallamas, metralletas, granadas y el arma más poderosa de todas, la que nos convertiría en semidioses: las piernas de Chuck...
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