En la Comunitat Valenciana comienza a verse en algunas zonas de huerta y zonas marginales de secano una planta muy poco habitual, nada exigente y capaz de desarrollarse a una velocidad sorprendente si recibe un poco de agua en su primer año de vida. Solo en la imaginación desbordante de Hans Christian Andersen hay una planta que crece a más velocidad que la Paulownia: la habichuela mágica a cuya copa tuvo que subir Periquín para hacerse con las monedas del gigante que salvaron de la penuria a su familia
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