Multinacionales y 'garimpeiros' en busca del preciado metal ponen en jaque los 300 años de resistencia de los cimarrones.Los campamentos son un mundo paralelo. Desde la cerveza hasta las prostitutas se pagan con oro y el resultado del extenuante trabajo se vende en la capital a razón de 44 euros el gramo. El mercado internacional del oro es de los beneficiados por la crisis y el precio actual de la onza (unos 1.500 euros) ha provocado un calenturón que va más allá de una fiebre convencional.
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