Es el testamento vital de una niña de 14 años que vio como desaparecían poco a poco todos los miembros su familia víctimas del asedio de Leningrado. Una vieja libreta donde iba apuntando, con mediocre destreza, la fecha y hora de la muerte de padres y hermanos hasta quedarse completamente sola. Si Ana Frank conmovió por su precocidad literaria, Tatiana Sávicheva lo hizo simplemente por la entereza de un gesto que fue utilizado más tarde como prueba en los juicios de Núremberg. Esta es la historia con su desgarrador final.
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