Acabo de entender, en mis carnes y en mi cartera, la disputa entre los taxistas de Granada. Ya saben, todo ese embrollo del taxi único y los pueblos que se niegan a unir fuerzas con el resto de la tropa de la provincia. El domingo llegamos al insigne Aeropuerto Federico García Lorca de Granada-Jaén -ni pollas- y optamos por coger un taxi de vuelta a la ciudad. Descartamos el autobús porque, a nuestra pesar, es más lento que el caballo del malo. En fin, taxis
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