Desde enero de 2013, ACAL (Acción Contra el Acoso Laboral) ha visto como su actividad se reducía a la mínima expresión. Los casos de mobbing aparecen con cuentagotas, los que se encuentran en pleno proceso, se diluyen, y los afectados prefieren no seguir con el proceso de denuncia. La crisis ha traído el miedo a perder el empleo, y este temor ha acabado por implantar la ley del silencio.
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