Unas mínimas dosis de prudencia y la aplicación del principio de precaución exigen renunciar al llenado de Yesa recrecido. Lo ocurrido en el barrio Parque Venecia de Zaragoza, como antes en Biescas, nos enseña que las aguas siempre vuelven con los papeles reclamando sus dominios y dejando en evidencia la prepotencia humana.
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