En el colegio nos enseñan a calcular en qué punto se cruzarán el coche A y el coche B teniendo en cuenta sus velocidades y el espacio a recorrer. Los niños se apresuran a hacer ecuaciones en cuadernos de cuadrícula hasta que hallan la solución o se la cogen prestada al vecino. Lo que nadie nos ha contado es que quizás esos dos vehículos nunca se crucen, porque el tiempo no es lineal, sino poliédrico. Quizás la conductora A olvidó el móvil el casa y se da la vuelta mientras el conductor B cogió un atajo para ganar tiempo al tiempo.
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