A largo plazo, la temperatura terrestre podría ser un 30-50% más sensible al CO2 atmosférico de lo que se había estimado previamente. Dan Lunt, de la Universidad de Bristol y sus colegas han comparado los resultados de un modelo climático reconstruyendo los niveles de CO2 y temperatura de hace 3 millones de años, cuando éstos eran elevados. A dicho sistema le añadieron dos factores: las tierras heladas, y la vegetación, factores que suelen omitirse en las escalas temporales a largo plazo.
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