Toca ahora vérnoslas con unos cuantos usos traidores del lenguaje: usos destinados, en el mejor de los casos, al empobrecimiento de la razón; y, en el peor, al engaño o a la fabricación ideológica. Unos, inconscientes; o sea, que se deben a una falta de pericia del hablante. Otros, conscientes; o sea, que se deben a que el hablante persigue con sus palabras un fin velado y dirigido...
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