El drama que se encuentra en este retorno al trabajo no se debe a que se acabe “lo bueno”, como reza la frase hecha, sino que las vacaciones, tal y como están planteadas, no son más que el gemelo amable del trabajo, que es quien articula y determina todos los aspectos de nuestra vida, incluido el descanso. Las vacaciones no son más que un paréntesis obligado en esa existencia de estrés, agobios y horarios infernales que ocupa once de los doce meses del año. Al fin y al cabo, tal y como las conocemos, emergen en la sociedad industrializada.
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