Mucho anuncio de nuevos carriles bici, pero si uno se pone al pedal al final se da cuenta de que es imposible utilizar las vías en las que tantísimo dinero se gasta para algo más que dar una vuelta. Carriles demasiado estrechos, interrumpidos por marquesinas de autobús o buzones, hasta trayectos que van de ningún sitio a ninguna parte o que transitan entre chabolas y basura, todo es posible sobre el asfalto rojizo de lo que quiso ser y no fue la panacea del transporte sostenible en la capital.
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