Quejarse de la Renfe ha sido deporte nacional durante mucho tiempo. Pero desengañaros, nuestro servicio ferroviario es el auténtico paraíso. Al menos, esa es la sensación que se te queda recorrer miles de kilómetros en trenes de Europa del Este. ¿Os imagináis pagar por un trayecto nocturno y tener que dormir en el pasillo? ¿O comprobar que de repente han desenganchado la locomotora y ver que tu vagón se queda parado en la nada durante seis horas? Estas y otras anécdotas son comunes en la zona.
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