Los tripulantes del mercante estonio Virtus sólo logran calmar la ansiedad a base de nicotina. Llevan anclados dos meses en el puerto de A Coruña, desde que el armador les abandonó a su suerte tras una avería. Hace tres meses que no perciben su salario y su estado anímico empeora con el paso de los días. Son trabajadores rudos y experimentados "a los que no les gusta vivir de la caridad" aunque en su desafortunada estadía española sobreviven con los víveres que les suministra Cruz Roja.
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