John Cookson murió con 25 años lejos de su Wisconsin natal, cerca de la desembocadura del río Ebro. Fue en septiembre de 1938, tan solo diez días antes de que Juan Negrín, el presidente de la Republica, anunciase en la sede de la Sociedad de Naciones que el gobierno español había decidido retirar del campo de batalla a las Brigadas Internacionales. De esta manera, John Cookson fue uno de los últimos brigadistas que perdieron la vida en España, también uno de los últimos voluntarios norteamericanos caídos en combate.
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