Sí, eran ciertas. Las leyendas que corrían durante la Guerra Fría sobre la existencia de bases supersecretas en lugares remotos de la URSS se confirman con una visita a la base de Balaklava, en Crimea, un lugar que no figura en ningún mapa de la época. Muchas de la fantasías que circulaban sobre ella se quedan pequeñas ante los datos objetivos que cualquiera puede observar al recorrer sus intrincadas gusaneras.
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