Kenny Richey, 43 años de vida, 21 de ellos encerrado en el corredor de la muerte y con dos infartos a cuestas, llegó por fin a casa el miércoles pasado. El suyo ha sido un largo viaje que empezó el 30 de junio de 1986, cuando una niña de dos años murió en un incendio en un pueblo del norte de Estados Unidos y él fue acusado y condenado por haber provocado el fuego. El viaje de Richey estuvo a punto de acabar para siempre en 1994, cuando la ejecución fue suspendida cuando se encontraba a tan solo una hora de ser ejecutado en la silla eléctrica.
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