Hay momentos en los que un hombre se supera a sí mismo, se viene arriba y entonces pronuncia una de esas frases que deben figurar en los frontispicios de los edificios públicos para servir de escarmiento a los gentiles y como lección para las generaciones venideras. "Hemos sabido decir 'no' a los poderosos", explicó ante los suyos en el Pentecostés del sábado, y todos aquellos hombres justos y sabios (y mujeres justas y sabias, faltaría más) alucinaron en colores, si me permiten la coloquialidad de la expresión.
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