La piqueta empezó a agujerear el achacoso hormigón del estadio Vallehermoso el 14 de octubre de 2008. Acababan así 46 años de espectáculo deportivo y de triunfos y derrotas de atletas de primer nivel. Carl Lewis, Sebastian Coe y Edwin Moses, entre otros, volaron por sus calles. Las máquinas dejaron por todo recuerdo del estadio un gigantesco agujero de 12 metros de profundidad. Iba a ser por poco tiempo. Vallehermoso se iba a reconstruir: más moderno, con más capacidad, mejor dotado. Pero hoy el agujero sigue ahí, solo que cubierto de hierbajos
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