Asociar el nazismo exclusivamente con la destrucción de los judíos es cometer dramáticas omisiones que nos perjudican a todos, tanto a judíos como a no judíos. Las atrocidades ocurridas durante la Segunda Guerra Mundial –que dejaron 60.000.000 de muertos– y la Shoá no pueden abordarse ni analizarse de manera separada. La Shoá fue parte de la Segunda Guerra Mundial y los judíos no fueron el único objetivo de persecución del régimen nazi.
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