Aquella mañana, Federico se había levantado, como se suele decir, con el pie izquierdo; encendió el móvil y comprobó que tenía varias llamadas perdidas: una de un compañero del trabajo y tres de Constanza. Por supuesto que a la del compañero de trabajo no le prestó la más mínima consideración, pues éste era su día libre y lo que menos quería es saber nada de su ocupación más rutinaria. En cambio sí comprobó las llamadas hechas por Constanza, es decir, a qué horas fueron hechas tales…
|
etiquetas: relato