La longevidad de las empresas se acorta porque dependen cada vez más de una ‘disrupción innovadora’. Nokia o BlackBerry, víctimas del iPhone, han sufrido esta decadencia prematura. Poner en marcha una startup a partir de una idea original y triunfar es casi tan difícil como que el colegial que despunta en el patio de su escuela llegue a ser un ídolo del fútbol. Cuestión de buena estrella y estadística. Llega uno entre millones.
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