Esa vez, el tanque disparó muy de cerca y sin aviso. A medida que la nube de humo envolvía la calle, corrió frenéticamente y esperó a que los demás escaparan a través de la nube de humo y escombros. Pero nadie vino. En esa fracción de segundo, tres hombres fueron reducidos a masas rotas y sangrantes. Después de unos minutos de desorientación, un vehículo llegó a transportar los cuerpos. Los supervivientes lavaron la sangre y la carne en una limpieza desgarradora.
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