Una caseta con estufa podría haber salvado a Rachid. Como había hecho otras veces, el joven se metió en el coche de un compañero y quemó unas brasas en un recipiente para poder aguantar el frío. Así entraba en calor y a la vez podía vigilar que nadie se adentrara en el recinto. A la mañana siguiente lo encontraron muerto dentro del vehículo.
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