La mayoría de embarazadas sueñan con un parto vaginal, con anestesia epidural y sin episiotomía. Pero ocho de cada diez vivirán un alumbramiento altamente intervenido. Cuando en una sala de dilatación o paritario las matronas y ginecólogos critican sutil o abiertamente que la mujer grite, gruña o canturree para aliviar el dolor del parto, ya se puede hablar de violencia obstétrica.
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