El recibo de la luz iba a subir. La gasolina estaba por las nubes. Los que se habían llevado la pasta de los bancos rescatados no devolvían ni un dólar y nadie les decía nada. Los puestos familiares en los consejos de administración eran difíciles de conseguir (¿será posible?). La sensación de crash era inminente. Los recortes llegaban al cuello. ¡Y eso que el Gobierno aún estaba disimulando!
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