Hoy, 13 de abril de 2013, se cumplen diez años de que José Antonio Valverde, Tono, se nos fuera para siempre a los acantilados de Cabezón que forma el río Pisuerga. Hasta esos cortados llegaba de joven desde Valladolid, en sus primeras excursiones zoológicas andando. Iba a ver al halcón peregrino que, entre otras especies, estimularon su curiosidad científica. Quiso regresar al lugar donde a los 20 años se reencontró con su espíritu libre. Allí reposan sus cenizas. Opinaba que mientras alguien le recordara seguiría vivo.
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