Esa frase le espetó un policía a un angoleño antes de darle varias patadas en el pecho y ponerle una camisa de fuerza, relatan los familiares de este inmigrante que vivía en el CIE (Centro de Internamiento de Extranjero) de Aluche y al que le tocó ser deportado. Cuando el interno se negó a entrar al aeropuerto le respondieron así. Horas más tarde tenía que ser ingresado en un hospital.
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