Bueno, Kropotkin ya veía factible trabajar 5 horas hace más de 100 años:
Cuando en las naciones civilizadas contamos el número de los que nada producen, de los que trabajan en industrias nocivas llamadas a desaparecer y de los que sirven de intermediarios inútiles, vemos que en cada nación podía duplicarse el número de los productores propiamente dichos. Y si en lugar de diez personas, fuesen veinte las dedicadas a producir lo necesario, y si la sociedad cuidase más de economizar las fuerzas humanas, esas veinte personas no tendrían que trabajar más de cinco horas diarias, sin que disminuyese en nada la producción. Bastaría reducir el despilfarro de la fuerza humana al servicio de las familias ricas, o de esa administración que tiene un funcionario por cada diez habitantes, y utilizar tales fuerzas en el aumento de productividad de la nación, para limitar las horas de trabajo a cuatro y aun a tres, a condición de contentarse con la producción actual.
Suponed una sociedad de varios millones de habitantes dedicados a la agricultura y a una gran variedad de industrias, y que todos los niños aprendan a trabajar lo mismo con las manos que con el cerebro. Supongamos que todos los adultos, excepto las mujeres ocupadas en educar a los niños, se comprometen a trabajar cinco horas diarias desde la edad de veinte o veintidós años hasta la de cuarenta y cinco a cincuenta, y que se empleen en ocupaciones elegidas entre cualquiera de los trabajos humanos considerados como necesarios. Esa sociedad podría, en cambio, garantizar el bienestar a todos sus miembros, es decir, unas comodidades mucho más reales de las que tiene hoy la clase media. Y cada trabajador de esta sociedad dispondría de otras cinco horas diarias para consagrarlas a las ciencias, a las artes y a las necesidades individuales que no entren en la categoría de las imprescindibles, salvo incluir más adelante en esta categoría, cuando aumentase la productividad del hombre, todo lo que aún se considera hoy como lujoso o inaccesible.
Cuando en las naciones civilizadas contamos el número de los que nada producen, de los que trabajan en industrias nocivas llamadas a desaparecer y de los que sirven de intermediarios inútiles, vemos que en cada nación podía duplicarse el número de los productores propiamente dichos. Y si en lugar de diez personas, fuesen veinte las dedicadas a producir lo necesario, y si la sociedad cuidase más de economizar las fuerzas humanas, esas veinte personas no tendrían que trabajar más de cinco horas diarias, sin que disminuyese en nada la producción. Bastaría reducir el despilfarro de la fuerza humana al servicio de las familias ricas, o de esa administración que tiene un funcionario por cada diez habitantes, y utilizar tales fuerzas en el aumento de productividad de la nación, para limitar las horas de trabajo a cuatro y aun a tres, a condición de contentarse con la producción actual.
Suponed una sociedad de varios millones de habitantes dedicados a la agricultura y a una gran variedad de industrias, y que todos los niños aprendan a trabajar lo mismo con las manos que con el cerebro. Supongamos que todos los adultos, excepto las mujeres ocupadas en educar a los niños, se comprometen a trabajar cinco horas diarias desde la edad de veinte o veintidós años hasta la de cuarenta y cinco a cincuenta, y que se empleen en ocupaciones elegidas entre cualquiera de los trabajos humanos considerados como necesarios. Esa sociedad podría, en cambio, garantizar el bienestar a todos sus miembros, es decir, unas comodidades mucho más reales de las que tiene hoy la clase media. Y cada trabajador de esta sociedad dispondría de otras cinco horas diarias para consagrarlas a las ciencias, a las artes y a las necesidades individuales que no entren en la categoría de las imprescindibles, salvo incluir más adelante en esta categoría, cuando aumentase la productividad del hombre, todo lo que aún se considera hoy como lujoso o inaccesible.
www.meneame.net/story/explicacion-como-posible-nadie-trabaje-mas-5-hor