El hecho de que los funcionarios, para poder aportar mejoras profesionales al Estado, tengan que recurrir no ya a un partido de la oposición, sino a uno que todavía no tiene representación parlamanetaria, y no al Gobierno, que es el que, en teoría, se debe preocupar de estas cosas, dice mucho sobre en qué clase de país vivimos, y qué clase de personajes lo han dirigido hasta ahora.
Y que todavía haya gente que es incapaz de verlo, es para echarse a llorar.
Y que todavía haya gente que es incapaz de verlo, es para echarse a llorar.