Cada vez que entro a la tienda de mi camello, a la que llevo varios meses sin ir, me encuentro ante el mismo dilema: veo libros que me tienden los brazos, me piden que los lleve conmigo y yo pienso "pero es que en casa tengo aún sin leer El gran Gatsby, Papillon, algunos libros de cuentos, libros a medias...". Pero es que el libro te mira con esos ojitos y te dice "llévame contigo". Y no puedo resistir. Tengo que abrazar al libro de marras y llevármelo a casa.
Una vez en casa, le enseño mis estanterías repletas y le digo "¿Ves? Te quiero, pero antes que tú, está éste, y éste otro, y aquél..." Y el libro me acaricia los brazos, se acurruca contra mi pecho y me susurra al oído "Léeme, por favor. Léeme ahora mismo, léeme hasta el final, de una tirada... léeme hasta que perdamos la noción del espacio y del tiempo, hasta que quedemos sin respiración, hasta que nos duela. Riamos juntos, lloremos juntos, aprendamos juntos... por favor". Y se abre para mí, abre para mí sus páginas y me muestra sus encantos. Y yo no puedo resistir y me dejo seducir una vez más. Y tengo que devorarlo. Mis otros libros esperan pacientemente, porque saben que a ellos también les llegará el turno de ser leídos.
Tengo libros por leer y eso me da cierta tranquilidad, es verdad. Es horrible pensar "lo tengo todo leído", es bueno pensar que tu biblioteca aún te puede sorprender y seducir. Aún puedes coger un libro y devorarlo y pensar "¿Dónde has estado durante toda mi vida?" y el libro te contestará "Esperándote a ti, lector mío". Me encantan los libros que saben esperar, y me encantan los libros que se saltan el turno.
Con TVE están haciendo lo mismo que en su día hicieron con Canal 9: amenazar y apartar a los críticos, o despedirlos directamente, para conseguir una redacción sumisa. Los buenos profesionales quedaron arrinconados y marginados hasta ser despedidos algunos, y marcharse por voluntad propia otros.
Es cierto que fue bochornoso ver en las protestas previas al cierre a presentadores y algunos trabajadores que hacía mucho tiempo que se dedicaban a lavarle la cara, por no decir algo más feo, a los poderosos. Pero no es menos cierto que durante años el consejo de informativos se vino quejando y denunciando lo que estaba pasando, y desde la cúpula de la dirección, desde el Gobierno autonómico y desde otros medios se les vino silenciando reiteradamente.
#40 sobre #13: ¿Que me muevo mucho? Por supuesto. Si en los países nórdicos tienen bajísimos niveles de corrupción es porque no se casan con nadie. Porque tienen un 70% de indecisos. Porque es muy fácil que un partido corrupto acabe en la calle y uno nuevo entre con nuevas ideas a cambiar las cosas (y a investigar qué hizo el de antes).
Te cuento: cuando era joven e inocente (hace más de diez años), me metí en las juventudes socialistas para intentar llevar algo de mis ideas, opiniones e inquietudes. ¿Se podría cambiar la cosa desde dentro como hizo Suárez?
La respuesta es, desde que yo estuve dentro, nadie en mi familia vota al PSOE desde entonces. Me largué espantada de lo que vi y oí, y no creo que les quede un militante honrado si no es de casualidad (Zapatero es sorprendemente honrado, lástima que no hubiera sido además competente).
Lección aprendida en el PSOE: nunca votes si no te metes en el partido desde dentro. Desde dentro es cuando les conoces de verdad. Cuando les escuchas aquello de "el cargo es mío y tú te largas que me toca a mí" o "ya están los fachas con lo de la corrupción... llevan ellos robando desde los reyes católicos ¡deja a otro robar diez años!"... En fin, como te digo, salí corriendo asqueada. Pero no había alternativas.
Antes de que todo fuera tan mal en este país, cuando el mayor problema no era el paro ni la desnutrición infantil, surgió el tema del canon de la SGAE, que era increíblemente injusto (no había toda la mierda de leyes mordaza y leyes electorales a medida, con lo que el canon, ahora parecerá poca cosa pero entonces era una injusticia flagrante y dolía mucho). Así que cuando surgió la iniciativa PIRATA, participé con ilusión por el asco que me daba el canon, y por otro motivo muy simple: fui como autora a decirles que cinco años de derechos monetarios eran una burrada, y me escucharon (algo que jamás ocurrió en el PSOE, allí ibas a hacer caso de lo que dijeran, y a defender la postura del… » ver todo el comentario
Una vez en casa, le enseño mis estanterías repletas y le digo "¿Ves? Te quiero, pero antes que tú, está éste, y éste otro, y aquél..." Y el libro me acaricia los brazos, se acurruca contra mi pecho y me susurra al oído "Léeme, por favor. Léeme ahora mismo, léeme hasta el final, de una tirada... léeme hasta que perdamos la noción del espacio y del tiempo, hasta que quedemos sin respiración, hasta que nos duela. Riamos juntos, lloremos juntos, aprendamos juntos... por favor". Y se abre para mí, abre para mí sus páginas y me muestra sus encantos. Y yo no puedo resistir y me dejo seducir una vez más. Y tengo que devorarlo. Mis otros libros esperan pacientemente, porque saben que a ellos también les llegará el turno de ser leídos.
Tengo libros por leer y eso me da cierta tranquilidad, es verdad. Es horrible pensar "lo tengo todo leído", es bueno pensar que tu biblioteca aún te puede sorprender y seducir. Aún puedes coger un libro y devorarlo y pensar "¿Dónde has estado durante toda mi vida?" y el libro te contestará "Esperándote a ti, lector mío". Me encantan los libros que saben esperar, y me encantan los libros que se saltan el turno.