“Mientras viajaba por la región rumana de los Cárpatos hace varios años, el fotógrafo Bence Máté se encontró con una escena horrible. En un sitio de desove para ranas comunes (Rana temporaria) cientos de ranas (y varios sapos) yacían muertas en el agua, algunas todavía agarrando a sus parejas, aunque sus patas traseras habían desaparecido. Los cazadores furtivos habían sacado a los anfibios de la charca mientras intentaban reproducirse, les cortaron las patas traseras para alimentar el comercio de ancas de rana y los arrojaron de nuevo al agua para morir entre sus desoves. ‘Fue la crueldad lo que más me conmocionó', dice Máté, ‘pero también el daño causado a las poblaciones locales'. La crueldad humana no tiene límites
Próxima portada de El Mundo: el juez investiga a Pablo Iglesias e Irene Montero por usar dinero de la caja B de Podemos para comprar instrumentos de tortura para gatos.
Pues mierda para ellos efectivamente