#126 Vaya, muchísimas gracias por tus palabras, no sabes la alegría tan grande que me da saber que sirve para algo lo escrito. :)
No conocía la cita exacta de la Humanae Vitae, ¡muchas gracias por traerla! Puedo entender más o menos el sentido de la norma, pero cuesta, la verdad... Sobre todo cuando en algunos medios católicos insisten en lo fiable que es el método: si es tan fiable o más que el preservativo, sería aún más "cerrado" a la vida...
Por supuesto, envíame un privado cuando quieras!
Un saludo.
Portada
mis comunidades
otras secciones
#127 Bueno, no es un problema sencillo, claro está. La hipótesis contraria, por otro lado, también tiene sus problemas sin resolver. Fundamentalmente, explicar cómo la materia, en principio sujeta a las leyes de la física, puede llegar a alcanzar mediante el proceso evolutivo cualidades "espirituales" tales como libertad y autoconsciencia. Tampoco creo que haya por ahora explicaciones satisfactorias desde el lado de la ciencia, salvo las que nos reducen a puras máquinas alegando que la libertad es una mera ilusión creada por el cerebro (explicaciones que, aunque coherentes, no me convencen porque niegan algo que experimento en cada instante de mi vida).
Por algún texto de Ratzinger he podido entender que para la Iglesia ambas teorías (creación y evolución) son correctas y compatibles si se miran en sus correspondientes planos: evolución en el fenomenológico y creación en el ontológico. La fe en la creación, supuesta la hipótesis evolucionista, significaría el convencimiento de que, como afirma la Biblia, el mundo como un todo procede del Logos -esto es, del Sentido Creador, que es en última instancia Amor-. El ser temporal estaría envuelto por el único acto creador de Dios, quien le conferiría así unidad en su fragmentación, unidad en la que reside su sentido, que no es comprobable directamente para nosotros, pues no vemos el todo, sino sus partes. A este respecto, me viene a la cabeza una metáfora que decía mucho Escrivá de Balaguer: "de la voluntad de Dios nosotros comprendemos lo poco que podemos, pues, si comparamos su obra con grandioso y bello tapiz, nosotros veríamos la parte de atrás del mismo, el entramado de hilos".