Vergüenza deberían sentir, unos políticos socialistas que ahora salen a defender a los parados, como si no tuvieran responsabilidad alguna en haberlos producido, y unos sindicatos que deberían ser conscientes de que la opinión pública y las clases trabajadoras sienten hacia ellos rechazo, y no lanzarse a una nueva huelga general que todo el mundo sabe que tiene solo una posibilidad de éxito, y es que los matones de los piquetes «informativos» consigan amedrentar a los trabajadores, y quebrantar su derecho a ir a trabajar. Si respetan ese derecho, la huelga será un fracaso monumental.
Lejos de mí pensar que no hay motivo alguno para protestar contra el Gobierno, empezando por la subida de los impuestos. Pero esta huelga, y los argumentos esgrimidos en su favor, son una broma.
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Mal, Mariano, mal