Como escritora, lo admito: pasa Y MUCHO. Y aunque me vaya dando cuenta, soy consciente de que es un vicio que aún tengo, como los puntos suspensivos... (¿Veis? ¿Veis?). Me pongo a corregir un cuento de los que escribí hace años, y me siento como un maldito podador, pegando tajos aquí y allá.
Yo creo que el vicio de los adverbios, viene de dos malas costumbres, a saber:
a) Intentar convencer a tu lector de la extraordinaria pluma que uno tiene. Sabes que vocabulario es bueno, que has leído muchísimo, que los grandes autores son como hermanos mayores para ti... quieres que eso se note, quieres transmitirlo. En el fondo, lo que pasa es que te horroriza que alguien pueda pensar de ti que eres un inculto, y en tu miedo, tratas de enriquecer el texto tanto como puedes; a veces usando palabros que no encajan en el estilo de lo que escribes, otras utilizando listas de sinónimos que no vienen al caso para nada ("Él la miró, observó, contempló... el niño estaba feliz, risueño, contento..."), que sólo recargan el texto.
b) No crees en la imaginación de tu lector. Tú te has imaginado la historia, o los personajes de una manera, y quieres que tus lectores vean EXACTAMENTE lo mismo que tú. Quieres hacer ver la escena que tú ves con pelos y señales, y piensas que tus lectores no podrán lograrlo si no se lo das mascado, y por eso abusas de la adjetivación.
En una palabra: el abuso de los adverbios proviene de una pequeña falta de autoconfianza. Una vez el escritor se da cuenta de que no tiene que demostrarle nada a nadie, y de que el lector es tal porque tiene imaginación, las cosas son mucho más fáciles.
Y hablando de Boccherini mejor escuchar su música:
www.youtube.com/watch?v=8dmWAve3Pvk