Utiliza 97% menos tierra y hasta 90% menos agua que la agricultura convencional, ocupando menos de una hectárea, lo que es significativamente menor comparado con la producción tradicional.
El 90 % de los agricultores está a favor de que la Política Agraria Común contemple criterios ambientales. Su desacuerdo está, entre otras cosas, en que un 80% considera que se han diseñado estos planes sin contar con ellos.