Los coches no vuelan, no se ha colonizado Marte, las máquinas (aún) no sueñan por nosotros… no es el futuro que imaginé de niño.
En efecto, en este futuro sigue habiendo crisis de refugiados, guerras, hambrunas, desigualdad, calentamiento global, nos falta sitio para esconder tanta basura como producimos y seguimos dependiendo del petróleo como fuente de energía. ¿Qué clase de futuro era este?
Desde luego no es el futuro que presagiaba el abuelete Kubrick en “2001, una odisea espacial” allá por 1968. El futuro de hoy es una edición aún más cruel de la versión neoliberal del capitalismo, donde el éxito de unos se sustenta en la desgracia de otros.
Pero es lo que tiene la ciencia-ficción que, pasado el tiempo, te das cuenta de lo poco que aprendemos de nuestros errores.
Pepe Pettenghi.