En el siglo XIX y hasta aproximadamente 1880, África era un continente mayormente inexplorado por las potencias europeas, con excepción de algunas áreas costeras que estaban bajo influencia europea, como las colonias en el norte de África y algunos enclaves comerciales en las costas del Atlántico y del Índico. El interior del continente permanecía en gran parte bajo control de imperios y civilizaciones africanas, reinos y pueblos locales. Durante esta época, los europeos comerciaban principalmente con esclavos, oro, marfil...