Treinta y muchos grados en Madrid. Homenaje religioso a las víctimas. Varios familiares de fallecidos por el COVID se agolpan en la puerta de La Almudena. Se les impide el paso. Algunos siguen el acto a través de sus smartphones.
En el interior, espacios abiertos, distancias de seguridad y en los lugares preferenciales, la Familia Real. Ni un solo gesto de Felipe o Leticia al salir de la Catedral para los que no han podido entrar.
El acto, un supuesto homenaje a las víctimas, se ha convertido en un escenario para flashes y aperturas de telediarios, pura propaganda. En la foto de la pasarela la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida o políticos como Pablo Casado (PP), Edmundo Bal (Cs) e Iván Espinosa de los Monteros (Vox). En defensa de Villacís diré que es la única política que sale fuera a hablar con los familiares que no han podido entrar. Leo que una mujer mayor llora desconsolada y Villacís no sabe que decirle. Paco, un señor de 90 años, enseña las fotos de sus muertos en un mural que cuelga frente al cordón de seguridad dispuesto por las fuerzas de seguridad.
La Familia Real, tan necesitada de un empujoncito mediático, se va después de gira por España para seguir vendiendo la cercanía que hoy solo ha dado a Dios. La derecha, sigue, horas después, acusando al gobierno de "traición a las víctimas". Quiero suponer que esos mismos políticos habrían asistido al acto que planeaba realizar la comunidad islámica en Madrid para las víctimas musulmanas también, como este, bajo rito religioso. Al fin y al cabo lo dijo ayer Casado: "La desgracia no tienen religión" (¿?). Pero, desgraciadamente, nunca llegaremos a saberlo porque la iniciativa se ha disipado y todo se centrará en el acto aconfesional del día 16.
Resulta incomprensible que en pleno año 2020 haya gente que no entienda la gravedad de este simbolismo. Los poderosos desbancan a los que deberían ser protagonistas exclusivos de este homenaje. Es de un repugnante, de un anacrónico y un clasista, de un utilitarista y de un hipócrita que asquea. Pero aún me asquea más que haya millones de católicos que no entiendan esta patética muestra de ninguneo a casi 30000 muertos en nombre de un Dios cuyo hijo murió en la cruz tras vivir entre pobres y necesitados.