El pasado 22 de octubre, la ministra de Pequeñas y Medianas Empresas, Comercio, Artesanía y Turismo francesa, Olivia Grégoire, anunció en sus redes sociales la entrada en vigor en el país vecino de la obligación de informar al consumidor de qué platos son cocinados artesanalmente en el establecimiento y cuáles no. La medida nace con tres objetivos: proteger al consumidor, defender a los restauradores que sí ofrecen a sus clientes platos realmente preparados in situ, y preservar lo genuino de la gastronomía nacional, clasificada como Patrimonio