Una receta perfecta por su simplicidad. ¿Pero cómo unos pocos ingredientes llegan a combinarse hasta dar con el equilibrio idóneo?
En el caso del pulpo a feira parece más que claro. Uno ve pasar por el rabillo del ojo ese platazo de pulpo, o de reojo en la mesa de al lado, y por ese precio, y no puede resistirse. Luego descubre que la mitad es patata cortada a rodajas para que asemeje pulpo. El problema es que la patata es amarilla.
Ahí es donde entra el pimentón y como por sí solo puede quedar un poco desperdigado, se le añade un poco de aceite para que se reparta bien y voilà, ya tenemos la receta perfecta para engañar al ojo incauto en una táctica de camuflaje tan propia del bicho mismo. Camuflándose hasta los restos.
De ahí naturalmente que se llame a “a feira”, siendo el engaño algo tan conocido en el gremio de los feriantes. Y, además, algo tan típicamente gallego: ¿eso es pulpo? Pues… depende. Pero lo mejor es que, encima, está de puta madre.