La noticia es de sobras conocida: han detenido a Pável Dúrov en Francia, el CEO de Telegram.
La justificación oficial son los delitos que se puedan organizar mediante la plataforma.
Macron se encargó muy rápido de informarnos por X que no se trataba de una decision política, lo que sin duda confirma que es una decisión política.
Macron, ese ex(?) empleado de la banca Rothchild, derrotado en las últimas elecciones y que se niega ya de forma vergonzante a la formación de un nuevo gobierno encabezado por la coalición vencedora.
Se diría que en Europa han empezado a escuchar a alguien con cerefro, aunque la inteligencia en malas manos es tan nociva como la estupidez.
Para ilustrar un poco el contexto general, Alemania ya abocada a la recesión parece que inicia un viraje. Parece que ahora sí les interesa saber quien voló el Nordstream. Evocando la clásica escena de Casablanca, qué vergüenza, se han enterado de que en este lugar se juega.
Y parece que les interesa saber que la implicación con el atentado no es de otro si no de Zelensky. A partir de ahí el relato se escribe solo: con todo lo que hemos hecho por él, nos ha traicionado.
A nadie se le escapa, mucho antes de todo eso, que la aventura de Ucrania parece estar escribiendo sus últimos capítulos, por más que el epílogo se pueda eternizar o arrojar alguna que otra bochornosa sorpresa como la molesta para todos incursión en Kursk. Y parece que alguien más se ha dado cuenta, además de los que avisamos antes de empezar, o por lo menos se les está empezando a escuchar.
Lo digo porque la pregunta con lo de Dúrov es la de siempre: ¿por qué ahora? Baños y Gisbert manejaron alguna idea que tanto me sedujo que ni recuerdo, y lo he intentado. Pero no mencionaron el reciente atentado en Alemania. Del ISIS. Como los cometidos recientemente en Rusia. Si lo tengo que explicar desde el principio se haría muy largo, pero todos deberíamos tener ya una idea bastante aproximada de a quién nos referimos. Y si a esta pregunta te has respondido con “los moros” vuelve a la casilla de salida.
Comentaban Moragón y Biztoletti los antecedentes de Telegram, hasta donde se sabe o se cuenta: su papel durante el maidán en Kiev, la petición de Rusia de acceso, la salida de Dúrov del país…
No quiere decir que con fuerza bruta no puedan romper la encriptación con facilidad, pero no lo pueden tener en tiempo real ni seguramente de forma masiva.
Luego, esos son los objetivos. Porque se supone que Telegram es la “zona segura”, la que no está integrada en tiempo real en los sistemas del Ojo del Big Brother. O los cinco ojos, los que sean.
Pero no sólo eso, explicaba Moragón, que aunque a veces peque de optimista va siguiendo el tema y algo le llega de por allí, que Telegram se usa tanto por parte rusos como de ucranianos a nivel militar para cuestiones operativas. Pero el punto interesante ya no es ése.
Decía antes que han empezado a escuchar a alguien con cerebro porque una de las cuestiones que citaba Moragón, y es más conocida y contrastada, es que la información que llega fuera de lo que es pura propaganda mainstream se está distribuyendo, principalmente, por Telegram. Y si alguien se ha parado a pensar cómo han perdido esta guerra podría haber llegado hasta ahí.
¿Sería entonces el atentado de Alemania sólo la “segunda versión”, el segundo relato conspiranoico a componer además de la versión oficial? No se creen ni ellos lo que dicen, como para no saber que no les cree el resto, de ahí la necesidad de una segunda versión.
Lo que cabe preguntarse es el papel que va a jugar Europa en esta segunda temporada. Macron está más fuera que dentro, por más que se aferre con uñas y dientes, aún al precio de una dignidad que seguramente nunca estuvo ahí más que en apariencia.
El movimiento del Nordstream parecería señalar un viraje, como decía. Pero en todo caso estaría por ver hacia dónde exactamente. Lo que sí hemos visto es que, en adición al cierre en Europa de RT y Sputnik, ahora se le querría sumar Telegram. Si no para su censura, sí para su control.
Von der Leyen renueva el cargo en breve pero por Scholz no apostaría un duro. Y soy de la idea que dejarán caer a Zelensky tarde o temprano, si es que no lo han hecho ya, la duda es más lo que viene después y no parece que se vaya a pasar de la rusofobia a la rusofilia en dos días. Muy al contrario, el hecho objetivo es que quieren control de Telegram. Casualmente, la plataforma de la “disidencia”. Y es que se cometen ahí un montón de delitos, claro.