Elisa Pinto es una prestigiosa dermatóloga que tiene entre su cartera de pacientes a los círculos de poder de la capital. A sus 45 años se ve envuelta en una relación con un paciente de 48 años, elegante, educado y consejero delegado de una de las principales empresas españolas, Javier López Madrid, que había llegado a su consulta por una recomendación. Este es el punto de partida de lo que fue “una estrecha relación de amistad”, que se inició por un flirteo por parte de él”, tal y como lo describe Pinto en el escrito de acusación.