Cuando el 15 de junio de 1997 este periódico abrió su suplemento Domingo con el titular “Falsos culpables”, pareció que la vida de los dos inocentes encarcelados a los que se refería iba a dar un vuelco como la de tantos antes que ellos: después de años de prisión, pero a tiempo para la verdad y el reconocimiento. Los desvelos de un guardia civil y un análisis de ADN hicieron que el Tribunal Supremo reconociera el error. Sin embargo, uno murió en la celda tres años después y el otro cumplió la condena entera, 15 años.
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