Las ciudades más turísticas de Europa atraen cada año a millones de visitantes, pero también a una población extranjera que quiere vivir en ellas por un tiempo, que está dispuesta a pagar mucho por un piso y que no consume en los mismos comercios ni va a los mismos locales que los vecinos de toda la vida. Es un fenómeno que contribuye a la llamada gentrificación –el desplazamiento de habitantes pobres de un barrio por otros de mayor poder adquisitivo– y que se aprecia en los barrios céntricos de Barcelona, como el Gótico o el Born.
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