Después de haber financiado las vacunas la Comisión no se ha asegurado ni una parte de la propiedad intelectual de ellas. Bochorno, vergüenza y descrédito. Son tres de las palabras que esta semana recorren los ahora “pasillos virtuales” de Bruselas. La pandemia está dejando entrever las costuras mal remachadas de la Unión, a todos los niveles, y el decorado de cartón piedra que son las instituciones europeas.
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